«Abre los ojos»… perdón «Ágora».

Sí, abre los ojos (como aquella película del mismo Amenábar), para que no te den gato por liebre o, entrando ya en tema, historia por ideología.

Hoy he encontrado a Hildelisa muy molesta, allí, en lo más íntimo de mi mente. Le he preguntado el motivo y su respuesta fue una pregunta: «¿Es que acaso las viejas no servimos para mártires?» Como sabía que había acabado de ver Ágora, y abierto los ojos, la dejé respirar y seguidamente, hablar:

«He visto la peli y, lo primero que me sosprende es ver una Hipatya joven, bella y sensual. Habrá sido así, tal vez, que todas no tenemos que ser una abuelas. Pensé que sería el inicio y que saldría uno de esos cartelitos de película de segunda con «años más tarde»… pero no. Hipatya habló, hizo y murió bella y rozagante. Cómo puede ser, si murió de 61 años?» Y calló.

Claro, la comprendo. Te enfrentas a una obra que, al menos extraoficialmente, pretende decirnos que la mujer es igual que el hombre en dignidad, que su capacidad es real porque es humana y por tanto, independiente de su sexo. Pero, al parecer, no es independiente de la edad… digo yo. Curiosamente, lo único que se sabe con certeza de Hipatya es que fue asesinada a los 61 años. Todo lo demás podríamos imaginarlo, recrearlo, plasmarlo, pero la edad no es algo que se preste a interpretaciones… ¿Que diríamos si viéramos a Napoléon perdiendo Waterloo en pañales, o a Lorca escribiendo con dentadura postiza y bastón, aunque siempre verde? A ver si caben interpretaciones…

Donde si caben las interpretaciones es en el «por qué» de este cambio de imagen, en esta búsqueda de un pibón, en vez de una mujer madura, y más que madura (lo de pibón es mío, no de Hilde). Actrices las había de sobra. Me imagino a una Meryl Streep esplendente, como ella sabe serlo aún cantando «chiquitita», y a varias actrices que podrían haber interpretado una filósofa de la antiguedad, de hoy y de mañana.

Sólo cabe una posibilidad, de tipo berlusconiana: una tía buena llama más la atención, da más «lástima» su muere, tiene más pego, en fin, es un reclamo. Bella forma de defender la integridad y dignidad femenina, partiendo de una posición tan machista y retorcida. Ojalá no hubiera sido así, de veras.

Como Hildelisa ni yo somos feministas, me gustaría saber lo que piensan las feministas de este cambio de look hipatyano. ¿Dónde están sus peticiones de disculpas, sus llamados de conciencia, sus reclamos de igualdad? Será que les da igual una joven que una vieja. A mí sí que me da igual (de dignidad hablamos), quien no parecen pensarlo es el director, el guionista y los miles de tragacuentos que no acaban de abrir los ojos.

A estas alturas, Hildelisa permanece con los ojos abiertos, sin poder dormir.